lunes, 7 de diciembre de 2015

Jóvenes enseñan sobre cambio climático para proteger el Amazonas

En Puerto Nariño reunieron a la comunidad para explicarles cómo cambiaría el clima Por:   | 2:44 p.m. | 5 de diciembre de 2015


Las hermanas Indira e Íngrid Zumaeta se apoderaron de las cámaras. Nicolás Ahuararí y Cinthia Ahué tomaron los micrófonos. Lizeth Zangama y Nazli Coello se encargaron de la dirección y el guion. Jack Osama Torres se puso delante del lente.La misión de estos jóvenes indígenas de Puerto Nariño, en el Amazonas colombiano, era contar cómo su mundo, en medio de la selva más inhóspita y el río más caudaloso, ha cambiado por el cambio climático. Y lo hicieron. (Lea también: Cauca se adapta a condiciones actuales del clima)
Ninguno supera los 14 años. Todos estudian, viven y crecieron en el municipio de cerca de 8.000 habitantes, rodeado de 22 comunidades indígenas, y considerado el paraíso escondido del Amazonas. No tenían conocimiento alguno de cámaras o de grabaciones, pero decidieron aprender y contarles a otros pequeños del país su propia historia.

Los siete jóvenes, integrantes también del grupo de investigación Ondas de Colciencias, asistieron durante cuatro días a un taller en el que se empoderaron de los equipos de grabación y produjeron un video documental que presentaron ante todo su municipio, joya turística del departamento. Esto como parte de la tercera ‘Comunicación de cambio climático’ del Ideam y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
La idea que escogieron era simple. Pero el reto sí era complejo. En la pieza audiovisual debían explicarles a sus vecinos por qué acciones como la conservación de los ríos y la protección de los bosques no son compromisos de las próximas generaciones, sino del ya, del ahora, de ellos, pues los afecta directamente.
Así lo entiende Jack Osama, de 13 años, quien además de participar en el taller es hijo del presidente de Aticoya, la asociación de autoridades indígenas ticunas, kocamas y yaguas, que son los tres grupos étnicos que conviven en la extensión del municipio. Él afirma que gracias al legado de sus ancestros ha aprendido a tener una relación especial con la naturaleza, con el pulmón del mundo, en su caso.
Jack ha escuchado de su abuela Alba Lucía cómo ha cambiado la fauna en los últimos años, cómo hay aves que no han regresado y especies que difícilmente volvieron a verse. Jack cree por eso que el cambio climático ya es una realidad en Puerto Nariño.
Turismo sostenible
Los temas del cambio climático y la conservación del ambiente no son nuevos para los habitantes de Puerto Nariño. Sobre todo desde 2012, cuando este municipio, ubicado a 75 kilómetros de la capital Leticia y al que se llega luego de un viaje de dos horas por lancha, se convirtió en el primer destino turístico sostenible de Colombia, una declaración que dividió literalmente en dos su historia.
Básicamente, porque al tiempo que la localidad impulsó la ejecución de proyectos ambientales para proteger su patrimonio natural, se transformó en un enclave casi que obligado para los turistas que visitan la región y que inevitablemente terminan siendo agentes contaminantes.
Según cifras de la Alcaldía, más de 14.000 personas llegaron a Puerto Nariño en los primeros ocho meses de 2015. Y no es para menos, pues esta zona es privilegiada para la observación de especies como caimanes, garzas, tortugas y, por supuesto, el famoso delfín rosado en el lago Tarapoto, ubicado a menos de una hora de recorrido en lancha pequeña.
Alexánder Galindo Murcia, jefe de Planeación del municipio, reconoce que desde 2012 son más los turistas que pernoctan y más los grupos que llegan a hacer recorridos ecológicos o a conocer el resguardo indígena. Y que con ellos crece la infraestructura hotelera y la necesidad de insumos y artículos de consumo. Lo que aumenta la basura, al punto de que, hoy, el 50 % de las nueve toneladas de desechos mensuales que se generan son plásticos.
Sin embargo, según Galindo, Puerto Nariño enfrenta este reto con campañas de sensibilización, programas de gestores ambientales y planes concretos de manejo de residuos, como el relleno sanitario que ya funciona y la planta de tratamiento de plásticos que está a punto de comenzar a trabajar.
El municipio también se mantiene firme en la decisión que tomó hace más de una década, cuando comenzó la pavimentación y construcción de vías, de no permitir la circulación de motos o carros por sus calles y de privilegiar al peatón. De hecho, el único automotor autorizado –una auténtica novedad en el paisaje– es el tractor que recoge la basura.
Hay una lucha limpia e implícita en Puerto Nariño. Sus habitantes tratan de conservar lo mejor de su entorno para entregárselo a los forasteros. Pero también adquieren de ellos costumbres y estilos de vida. Indira, Íngrid, Nicolás, Cinthia, Lizeth, Nazli y Jack son muestra de ello. Tienen celulares, conocen los grupos musicales del momento y se visten a la moda. La diferencia con los jóvenes de las grandes ciudades puede ser el respeto a la naturaleza que dejan ver en cada frase.
Una noche de gala junto al Amazonas
A comienzos de noviembre, los niños de Puerto Nariño se pusieron sus mejores pintas, invitaron a sus amigos y repasaron sus roles en el video. El escenario fue la pequeña plaza de banderas de la Alcaldía, junto al río. Esa noche, cerca de 100 personas asistieron a la proyección, vieron el producto audiovisual de los jóvenes del municipio. También se dio la oportunidad de debatir en comunidad sobre la problemática del cambio climático y cómo este se ha manifestado en la región de forma silenciosa.
Hablaron de la responsabilidad de las autoridades locales y regionales para apoyar las iniciativas de conservación y delegaron en los pequeños una misión: que su entusiasmo no termine en el documental, que sean guardianes del ambiente en el Amazonas.
Rony Suárez Celemin
Subeditor de ELTIEMPO.COM